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Estrategias del hambre (V) “PARA COMER ME SOBREGIRÉ EN LAS TARJETAS DE CRÉDITO”

Comprar alimentos a crédito es una de las estrategias de sobrevivencia familiar identificadas por las Naciones Unidas. Mariana Luna asegura que recurrió a sus tarjetas de crédito para paliar la crisis

Reporte Proiuirs

Erick S. González Caldea

Mariana Luna, de 57 años de edad, trabaja como secretaria en una empresa de publicidad en Caracas y gana 686.507 bolívares mensuales: sueldo mínimo, bono de alimentación y 230.000  bolívares de pensión.

Su esposo también es pensionado. Asegura que ambos ingresos son insuficientes para comprar comida. “No me alcanza para comprar los alimentos de una dieta balanceada. Para comer me sobregiré en las tarjetas de crédito. Todo lo gasté en comida”, relata.

La pareja vive con su hijo mayor, que está desempleado, una nieta y una bisnieta.  “Antes usaba el crédito para otras cosas: emergencias, distracción, qué sé yo; ahora gasto todo en comida. Pagaba mis tarjetas puntualmente, hoy día me cuesta hasta cancelar el monto mínimo. Solo en carne gasto más de 500.000 bolívares”, indica.

La mujer señala que está permanentemente endeudada: “Desde hace un año comencé a usar las tarjetas para comprar comida. En ese momento creí que solo era para salir de un aprieto. Pero, cada vez se me hacía difícil esperar a las quincenas, comencé a depender más y más de las tarjetas”.

Luna tuvo que sobregirar sus dos tarjetas de crédito para comprar comida para su casa. Web

Luna también compra alimentos a revendedores, cuyos precios superan los establecidos por el gobierno: “No me gusta hacer cola, no tengo el tiempo para eso. Sobrevivo con lo que compro a los bachaqueros, si es que me alcanza. Además, hago intercambio de productos con vecinos o compañeros de trabajo”.

Mariana comenzó a idear más métodos para comprar alimentos. Sin embargo, las facturas se acumulaban. “Me endeudo hasta con mis compañeros de trabajo. Muchos venden productos a crédito, por lo que recurro a ellos, pero últimamente hasta eso se me hace difícil, porque el dinero no alcanza”, dice la pensionada.

Para Mariana Luna, de 57 años de edad, tuvo que también recurrir a los revendedores de productos. MIKEL FERREIRA

Recibe la bolsa que distribuyen los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), pero señala que le es insuficiente. “No llega desde hace un mes”, afirma. En su casa han comenzado a limitar las porciones de alimentos. “Por la situación dejamos de comer charcutería y enlatados. Apenas alcanza para comprar queso blanco, y no del bueno. Aún comemos tres veces al día, pero en porciones reducidas”, agrega.

Asegura que la situación económica del país, la ha afectado emocionalmente, porque el dinero que reúne no le alcanza para distraerse junto a sus familiares y amigos.

El costo de la Canasta Básica Familiar ascendió a 5.594.119,73 bolívares en octubre de 2017, lo cual representa un incremento de Bs. 1.693.043,69 (43,4%) con respecto al mes anterior, según los datos ofrecidos por el  Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas).

“Me han dado ataques de ansiedad y de pánico. No me puedo comprar ni las pastillas de la tensión porque cuestan 90.000 bolívares. El dinero que gano no es suficiente, no alcanza para subsistir”, repite Mariana Luna.

Lee nuestras entregas anteriores de las Estrategias del hambre: (I), (II), (III) y (IV)

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