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Paro de médicos se cumplió a medias en hospitales de Caracas

Representantes del Colegio de Médicos de Distrito Capital esperan reunirse con dirigentes de la red interhospitalaria para definir su participación en la paralización de actividades, convocada por la Federación Médica Venezolana

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Betania Franquis Prada

La incorporación del gremio médico al paro nacional del sector salud sigue sin definirse en hospitales de Caracas y otros dos estados. Representantes del Colegio de Médicos de Distrito Capital esperan reunirse con dirigentes de la red interhospitalaria para definir su participación en la paralización de actividades, convocada por el presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera.

La participación de los médicos en el paro laboral comenzó puertas adentro en algunos centros asistenciales de la ciudad, pese a lo acordado este martes entre la  FMV, el Colegio de Enfermeras y la Federación Farmacéutica Venezolana. De los 15 colegios que se aglutinaron en la reunión solo faltaron los representantes de Caracas, Zulia y Yaracuy, que están deslindadas de la Federación desde mediados de 2003.

Además de confirmar el inicio de un paro nacional, La FMV exigió al gobierno la aprobación de un incremento salarial por encima de los 200 salarios mínimos para el médico rural y de 220 para el especialista residente.

Fernando Bianco, presidente del Colegio de Médicos de Caracas, explicó que los agremiados del Distrito Capital se mantienen a la espera de sostener una reunión con los directivos de la red interhospitalaria este jueves en el Hospital Clínico Universitario, para definir las acciones a tomar. “La decisión dependerá de las estrategias a las que lleguemos para resolver el conflicto. Un paro no resuelve la situación. No es momento de acciones emocionales”, dijo.

Aunque Bianco consideró que la suspensión de actividades no es la forma idónea de llegar a un acuerdo con el Ejecutivo, no descartó brindar apoyo más adelante. “El gobierno debe sentarse a sentir la bases para realizar un pacto por la salud. Sin eso nunca se llegará a nada”.

Los rostros de la necesidad

El paro de enfermeras continuó en la calle desde las 9:00 am de este miércoles. En la Maternidad Concepción Palacios y en el Hospital José Ignacio Baldó, conocido como El Algodonal,  la protesta se intensificó con la presencia de bioanalistas, camilleros y obreros. La presencia de médicos en cambio fue minoritaria.

En el hospital pediátrico José Manuel de los Ríos, en el hospital Ana Francisca Pérez de León y en hospital oncológico Padre Machado, los galenos no protestaron pero si paralizaron las consultas externas en exigencia de mejores salarios. “Aunque no están en la calle solo atienden emergencia y hacen curas. Están paralizados como medida de presión para tener un mejor salario. Ya no tienen miedo”, aseguró una fuente vinculada a ambos centros asistenciales

En el hospital José María Vargas se radicalizó la protesta luego de 17 días de paro. Las consignas se escucharon por los alrededores de la avenida San Simeón. Isabel Reyes quien tiene 27 años trabajando como enfermera en el hospital aseguró que nunca había sentido  tanta preocupación por la educación de sus tres hijos de 12, 13 y 15 años de edad, quienes están por iniciar otro año escolar. “Los saqué de un colegio privado y ahora que están en uno público no tengo ni con qué comprarles una libreta y mucho menos el uniforme”.

Su salario de 1,2 millones de bolívares mensuales solo le alcanza para comprar sardinas. Asegura que sus hijos y su madre de 76 años ya olvidaron el sabor de la carne, el pollo y los embutidos. El resto del menú lo complementa con los alimentos que recibe mensualmente en la caja del Comité Local de Abastecimiento y Producción pero no es suficiente. “Mi hijos me dicen que tienen hambre y yo me desespero. Este sueldo no nos permite vivir con dignidad. Estamos en la peor situación de precariedad”.

Yaneth Maldonado aseguró que los 500.000 bolívares que gana quincenalmente se los gasta en pasaje. Los productos que recibe de la caja Clap los utiliza para elaborar tortas, helados y quesillos que vende entre sus amigos y conocidos. “A veces vengo a trabajar sin comer y últimamente lo único que tengo en mi casa es arepa con mantequilla. No merecemos vivir así después de esforzarnos cada día por lo pacientes. Es indigno”.

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