Durante el cabildo abierto celebrado este viernes 11 de enero, el presidente de la Asamblea Nacional anunció la liberación de presos políticos y la autorización de la ayuda internacional para afrontar la emergencia humanitaria compleja.
Betania Franquis Prada
A las 12:10 pm, con el canto del Himno Nacional, comienza un hecho inédito en la historia contemporánea de Venezuela. Por primera vez se realiza un cabildo abierto, un mecanismo de participación ciudadana establecido en el artículo 70 de la Constitución vigente desde 1999.
La exigencia de los que se aglomeraron frente a la sede del Programa de de las Naciones Unidas para el Desarrollo era una sola: que Nicolás Maduro cese en la usurpación del poder y que el recién designado presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, lo reemplace en el cargo. Una exigencia que este 11 de enero fue expresada por un grupo de personas que apenas alcanzó a ocupar media cuadra de la avenida Francisco de Miranda, en Caracas.
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La primera en tomar la palabra fue Rafaela Requensens, presidenta de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela. La representante del estudiantado inició su discurso exhortando a los miembros de la Fuerza Armada Nacional a sumarse a la rebelión popular en pro del restablecimiento de la democracia constitucional. Instó a los dirigentes políticos a unirse para reconducir el país y tomar decisiones. “Es de los diputados de quienes depende direccionar la realidad de Venezuela. Instamos a la Asamblea Nacional a que asuma las responsabilidades del Ejecutivo. Seguimos aquí y nos negamos a rendirnos”.
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En representación de los “ex chavistas”, el politólogo Nicmer Evans hizo un llamado a los funcionarios públicos y afectos al gobierno a recapacitar y desconocer a Nicolás Maduro. “En este cabildo convocamos a las fuerzas populares. Quienes algunas vez apostamos por la revolución debemos aceptar que fracasó. Maduro es un usurpador y es tiempo de tomar decisiones. Por eso estamos aquí”, expresó.
Miguel Pizarro, diputado de la Asamblea Nacional, reivindicó el rol del Poder Legislativo a efectos de establecer un gobierno de transición, encabezado por Juan Guaidó. “Es la hora de navegar en la dirección posible para sacar a Nicolás Maduro del poder. La Asamblea (Nacional) entiende que es el momento de transitar y estamos aquí dando la cara. No rehuiremos a nuestra responsabilidad en esta coyuntura tan peligrosa”. Instó al alto mando militar a desvincularse del gobierno para acompañar al pueblo en la toma de acciones orientadas a reconstruir el país de acuerdo a lo establecido en la carta magna.
Después de la intervención de una decena de oradores, Guaidó se dirigió a los presentes. Manifestó que se apegará a los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución para restablecer el Estado de Derecho. Anunció una amnistía para los presos políticos y la autorización de la ayuda internacional para paliar la emergencia humanitaria compleja, quizás lo más cercano a una competencia del presidente de la República, pero que hasta el presente no ha sido posible, porque Maduro y quienes lo acompañan en el gobierno niegan la permanente violación de los derechos humanos por la profundización de la crisis económica y social en Venezuela y la indolencia del Estado.
Sin embargo, el líder opositor no dijo, con todas sus letras: «yo soy el nuevo presidente de Venezuela». Convocó al pueblo a mantenerse en la calle para exigir la renuncia de Nicolás Maduro e iniciar un gobierno de transición. “Asumimos la encargaduría de la presidencia de la República y llamamos al pueblo a una gran concentración el 23 de enero”, dijo.
Los más exaltados abandonaron el lugar con la frustración de no obtener de inmediato, o al cabo de hora y media de tumultuosa reunión, un líder que sustituyera a Maduro.
