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“Tuvimos que atender a los infartados con la luz de los teléfonos celulares”

Médicos y enfermeras de los hospitales Miguel Pérez Carreño y J.M. de los Ríos relatan la angustia que han vivido por las fallas del suministro de energía, que dejó en evidencia las deficiencias de infraestructura y equipos en los centros de salud pública del país
Reporte Proiuris
Erick González Caldea

Susana Blanco, jefa del Servicio de Cardiología del Hospital Pérez Carreño, recuerda los estragos del apagón como escenas de guerra: “Tuvimos que atender a los infartados con la luz de los teléfonos celulares. Así como nosotros, muchos pasaron por lo mismo”.

“Estamos indignados. Nuestros pacientes nos necesitan y no tendrían que haber pasado por esta situación. Además de las fallas por falta de mantenimiento de la planta eléctrica del Pérez Carreño, ni siquiera contamos con luces de emergencia”, recalcó la médica.

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La enfermera Francis Guillen estaba de guardia esa tarde en la que junto a sus demás colegas, tuvo que auxiliar a más de 10 personas que estaban en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital.

“Esto fue horrible. Cuando se fue la luz no encendieron las plantas eléctricas y tuvimos que correr a las despensas para buscar el Ambú, una bomba manual para dar respiración artificial, y así salvar la vida uno de los pacientes que estaba conectado a un ventilador. No murió porque respondimos al instante”, señaló.

Otra enfermera, que solicitó mantener en reserva su nombre, aseguró que el Servicio de Emergencia del Pérez Carreño colapsó rápidamente después de que comenzó a fallar el suministro de energía eléctrica en todo el país, a partir de las 5:00 pm del jueves 7 de marzo. “Se debía hacer el cambio de guardia y por el apagón, las que debían llegar a sustituir a las que habían cumplido su jornada, no llegaron. Todo fue un caos”, recuerda.

¿Las FAES en el Hospital de Niños?

En el Hospital de Niños José Manuel de los Ríos también falló la planta eléctrica y los sistemas de emergencia, según indicó el médico Vietnam Vera. “Gracias a Dios solo teníamos a dos pacientes conectados a las máquinas respiratorias: uno en terapia intensiva y otro en emergencia. Tuvimos que auxiliarlos manualmente con una bomba hasta que pudo arrancar el generador de electricidad”, precisó el galeno.  

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Debido a las fallas en el generador de electricidad, funcionarios de Corpoelec instalaron, dos horas después del apagón , un segundo generador externo frente al hospital,  en la avenida Vollmer de San Bernardino. “Ese generador solo alcanzaba para obtener energía de diez tomacorrientes en el hospital, distribuidos entre emergencia, la sala de diálisis y terapia intensiva”, dijo Vera.

Una trabajadora del J.M. de los Ríos, que pidió reserva de su identidad por temor a represalias, contó que la desesperación se apoderó de las madres, sobre todo de aquellas cuyos hijos estaban conectados a las máquinas de hemodiálisis: “Estaban tan angustiadas, no se veía nada. Y y si esos muchachitos se desconectan, se mueren pues”.

La tensión en el principal centro de salud pediátrica del país aumentó con la presencia de funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) que, desde el domingo 10 de marzo, se encontraban en el sitio, supuestamente para investigar el robo de una batería de la planta eléctrica del hospital.

“El domingo se robaron una batería y por eso vino la policía”, contó uno de los milicianos que fungen como vigilantes y controlan el ingreso a ese centro asistencial. Sin embargo, no alcanzaría a explicar por qué se empleó al temido grupo élite de la Policía Nacional Bolivariana, que, por lo general, se ocupa de ejecutar operaciones tipo comando.

Una mujer, quien se identificó como miembro del Consejo Comunal de la parroquia Candelaria, y quien no quiso dar su nombre, dijo que se encontraba en el hospital “haciendo un informe” sobre el robo de la batería.

No obstante, Vera, rechazó tal versión. “El 10 de marzo es el Día del Médico. Ese domingo, decidimos hacer una misa de “batas blancas, en la Iglesia de Candelaria, oficiada por el obispo Tulio Luis Ramírez y a la cual asistieron personal médico, auxiliar, administrativo y obrero, así como las madres y padres de nuestros muchachos. Cuando regresamos, no nos dejamos pasar al hospital. Le negaron el acceso al obispo y fue, en ese momento, que llegaron los funcionarios de las FAES”.

Vera narró que un grupo de madres que se habían quedado en el hospital bajaron para dar apoyo al obispo y exhortar a los funcionarios a que permitieran su ingreso. “Pero al obispo no lo dejaron entrar y a las madres tampoco. Fueron momentos de angustia para ellas. Las dejaron pasar luego de tres horas”, narró.

En horas de la mañana del lunes 11 de marzo, Proiuris verificó que funcionarios del FAES seguían desplegados en el Hospital de Niños y mantenían una estricta vigilancia de la morgue de ese centro asistencial.

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