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Antes de dispararle a la cabeza, el agente de las FAES le dijo: “tú no eres familia mía”

Nereida Parra relató el ensañamiento de los agentes del cuerpo élite de la Policía Nacional Bolivariana contra su hijo durante un procedimiento ejecutado el 20 de marzo en el sector Los Jabillos de Mariche, donde también asesinaron a su yerno
Erick S. González Caldea

“¡No me mates que tengo un hijo!”. La súplica de Jonathan Eduardo Gil Parra, de 27 años de edad, no detuvo al funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) que le disparó en la cabeza. Algunos de los familiares también fueron atropellados y oyeron los ruegos antes de los disparos.

Fue un doble homicidio. Gil Parra fue ejecutado junto a su cuñado, Manuel José Martínez, de 21 años de edad, a las 3:30 pm del miércoles 20 de marzo, cuando funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana, que esta vez actuaron junto con agentes de la Policía del Estado Miranda y de la Policía Municipal de Santa Lucía, allanaron la residencia donde vivían ambos, en el barrio Mano Amiga del sector Los Jabillos, en Mariche.

En el informe de autopsia de Gil se registró la causa de la muerte en los siguientes términos: “traumatismo cráneoencefálico, severa ruptura del cráneo, paso de proyectil único disparado por arma de fuego a la cabeza”.

La madre del fallecido, Nereida Parra, confirmó que al joven le dispararon en la cabeza, así como en otras partes del cuerpo y que falleció en su casa. “Antes de dispararle uno de los FAES le dijo: tú no eres familia mía”, aseguró Parra.

Nereida Parra recordó que estaba en su lugar trabajo cuando recibió la llamada de sus vecinos: “Se te metieron en la casa, Nereida”.

En el certificado de defunción de Gil Parra se registró que la causa de muerte fue por un disparo en la cabeza | Foto: Erick S. González

“No tocaron la puerta, sino la tumbaron. Encerraron a los niños en el baño. Cuando llegue todo había pasado. Mi hija y los niños seguían aterrorizados y me faltaba un hijo”, señaló Parra.

No fue hasta el sábado 23 de marzo, tres días después del hecho, que en el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf), ubicado en Bello Monte,  entregaron los dos cadáveres a sus familiares.

Los policías que mataron a estos dos hombres señalaron que ambos estaban involucrados en un robo ocurrido en Guarenas. Como suele suceder en este tipo de procedimientos, aseguraron que abrieron fuego contra los policías. De esa manera y siguiendo un patrón habitual, el homicidio sería registrado como un caso de “resistencia a la autoridad”.

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En Mariche, las muertes a manos de las FAES se han vuelto un asunto cotidiano. Cinco días antes de este doble homicidio, el cuerpo élite de la Policía Nacional Bolivariana mató a Ángel Javier Pereida Hernández, de 23 años de edad, a las 7:00 am del viernes 15 de marzo. Cuatro disparos cegaron la vida de este obrero y padre de un bebé de un año de edad.

Para Nereida que estigmatizaran a su hijo como un delincuente, le hiere tanto como la vil forma en que lo mataron. “No era ningún delincuente. Nunca tuvo antecedentes penales. Trabajaba como mototaxista. No sé por qué inventaron tantas barbaridades sobre mi hijo”, sostuvo.

“Mi hijo estaba durmiendo con su bebé, mientras que mi yerno con su hija pequeña. Ambos habían llegado del trabajo a las 12:00 del mediodía. Mi hija, que está embarazada, estaba en la casa. Los tres almorzaron y comenzaron una siesta a las 2:30 pm. A ellos los despertaron los policías. No hubo el enfrentamiento que tanto dicen”, señaló Parra.

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La mujer denunció que los funcionarios irrumpieron violentamente en su casa y que su hija embarazada fue golpeada por una funcionaria de las FAES, que la obligó a mantenerse encerrada en el baño. Desde allí, la joven pudo escuchar cómo los funcionarios de las FAES interrogaban, maltrataban y, posteriormente, asesinaron a Jonathan Gil y Manuel Martínez. “Antes de irse se robaron la poca comida que teníamos”, dijo Nereida Parra.

Lo último que escucharon fueron unos disparos al aire. Los familiares no se explican por qué los cuerpos de ambos hombres fueron trasladados al hospital Domingo Luciani. “Ya no había nada que hacer, ya estaban muertos; mi hijo con un tiro de gracia en la cabeza”, refutó la mujer.

La tragedia que relata Nereida Parra no acaba con la brutalidad de las FAES: “Ahora en mi familia hay dos mujeres solas, dos niños huérfanos y uno que y nacerá sin padre”.

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