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Bachelet abrazó y lloró con las víctimas de las FAES

Varios de los asistentes al encuentro con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos ofrecieron detalles de la reunión y agradecieron la empatía demostrada por Bachelet con los sobrevivientes de la brutalidad policial en Venezuela

Reporte especial Proiuris

Erick S. González Caldea

Michelle Bachelet escuchaba atentamente cada relato sobre la brutalidad policial en Venezuela, en las voces de las víctimas sobrevivientes. Los testimonios de la crueldad de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana la conmovieron. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se mostró como una mujer sensible dispuesta a honrar su mandato a efectos de la defensa de la dignidad humana y no dudó en abrazar y llorar junto a una de las víctimas de las FAES.

Para la mayoría de los presentes en el auditorio de la Universidad Metropolitana al final de la tarde de este jueves 20 de junio, el gesto de Bachelet fue una demostración de que realmente le importa el sufrimiento de los venezolanos.

Cuatro grupos de víctimas (presos políticos, presos militares, del Hospital José Manuel de los Ríos y de víctimas de ejecuciones extrajudiciales) se turnaron para conversar con la Alta Comisionada, quien pidió a los organizadores de su visita a Venezuela que le concedieran el mayor tiempo posible para compartir con los más afectados por el quiebre institucional que ha conducido a la emergencia humanitaria compleja en el país.

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A partir de las 5:30 pm, las madres, padres, hermanos, hijos y parejas de aquellos ciudadanos ejecutados por oficiales de las FAES volvieron a contar sus historias y recrear los sucesos: los allanamientos ilegales, los malos tratos, las torturas, los robos….

Antes de entrar al auditorio, les pidieron que apagaran los teléfonos y cualquier otro aparato electrónico, como parte del protocolo de seguridad.

En el grupo de víctimas sobrevivientes de presuntas ejecuciones extrajudiciales, cuatro personas fungieron como voceras de un total de 40 reunidas en la Unimet. Algunos, decepcionados, lamentaron que su historia personal no fuese escuchada directamente por Bachelet. También les informaron que cada vocero tendría cuatro minutos para exponer su caso. Se preguntaban: ¿cómo decimos esto y aquello?, ¿o es poco tiempo?, ¿entonces para qué vinimos? Las incertidumbre iniciales se disiparon durante el transcurso de la reunión y, sobre todo después de que la Alta Comisionada les hizo saber a todos que estaba suficientemente informada sobre los desafueros cometidos por los cuerpos de seguridad del Estado y, particularmente, por las FAES.

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La regla de los cuatro minutos no se cumplió. Bachelet no interrumpía los relatos y, por el contrario, permitía que cada quien contara su historia con la mayor holgura posible. “Aquí en Venezuela nunca un fiscal ni nadie nos ha atendido con tanto respeto”, comentó una de las víctimas sobrevivientes.

“No es solo por el caso de mi hijo, sino también por los de todos los que ocurren en Venezuela impunemente. Queremos que las FAES sean eliminada. Nos están asesinando”, pudo decirle una mujer a Bachelet.

Las víctimas sobrevivientes trataron de describir de la manera más detallada posible el dolor que causa el asesinato de un ser querido a manos de la policía y cómo ese dolor se prolonga y profundiza con la impunidad. También hablaron de los niños y niñas que quedaron huérfanos. En fin, contaron toda la historia que, tanto la policía como el gobierno, pretenden ocultar mediante el registro oficial de los hechos como casos de “resistencia a la autoridad”.

La idea de eliminar las FAES y la exigencia de investigaciones efectivas para que los responsables de las ejecuciones extrajudiciales que se les atribuyen sean debidamente juzgados y sancionados se repetían en cada relato. Bachelet les aseguró que hará todo lo posible para que las políticas de seguridad en Venezuela se ajusten a los estándares internacionales sobre el uso progresivo y proporcional de la fuerza pública.

“Entiendo su petición, pero no tengo la autoridad para desaparecer las FAES. Eso lo tiene que hacer el Estado. Pero, lo que sí puedo hacer, es llevar su mensaje a los responsable de esas acciones y tratar, en la medida de lo posible, de solventar esa situación”, explicó la Alta Comisionada según informó uno de los presentes en la reunión.

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La reunión se fue alargando, al igual que las denuncias de cada ponente. A cada víctima que compartía con ella su historia, Bachelet,  le respondía que lo sentía profundamente y que conocía la realidad de los operativos policiales que llevan a cabo las FAES, a través de la documentación que hizo el equipo técnico de su oficina durante el mes de marzo, además de las denuncias hechas por las organizaciones no gubernamentales, cuyos representantes también estaban en el encuentro.

 “Me abrazó. Fue muy humana. Se aseguró de que entendiera que ella sentía muchísimo mi perdida. Y me dijo: Sé todo lo que está pasando en este país”, recordó otra de las presentes, que pudo hablar con Bachelet sobre el caso de su hijo, muerto víctima de las FAES en 2017.

Pasados más de 30 minutos escuchando a las víctimas, Bachelet informó a los presentes lo hablado durante su reunión con Tarek William Saab, el fiscal general designado por la Asamblea Nacional Constituyente, horas ante: “Durante la reunión con el Fiscal General, me dijo que en la Fiscalía no había muchas denuncias contra los funcionarios de las FAES. Que solo había unas pocas, y que  ya estaban solventadas”. Continuó su recreación de la conversación con el representante de la vindicta pública, y dijo, con firmeza: “Yo conozco la realidad de ese cuerpo policial y sé cuáles son las violaciones a los derechos humanos en esos operativos”.

Ante esa respuesta, los presentes en la reunión aseguraron sentirse agradecidos por la posición que tomó la máxima autoridad de los derechos humanos ante los operativos de las FAES.

“Se sintió —así lo recuerda una de las víctimas que tuvieron la oportunidad de hablar con la Alta Comisionada— cierta energía positiva. Me generó confianza, de esas que solo se tienen con los vecinos y amigos cercanos. Creo que ella nos puede ayudar, no los prometió”.

Foto principal: Guillermo Suárez 

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