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“Cuando se metió a policía, comenzó a pegarle a mi mamá y terminó matándola”

Feminicidio
El hijo de Yuneimar Jinez Prieto cuenta la historia de maltratos que precedió uno de los feminicidios registrados a principios de 2020. El presunto autor del crimen es Edy Johan Castillo Araujo, un funcionario de PoliSalias que permanece prófugo
Reporte Especial Proiuris
Erick S. González Caldea

Con apenas 14 años de edad, Juan* se convirtió en testigo de excepción del asesinato de su madre, Yuneimar Jinez Prieto, a manos de su pareja. No solo vio cómo el funcionario de la Policía Municipal de Los Salias Edy Johan Castillo Araujo la mató de dos disparos en el pecho y uno en la cabeza; también presenció los persistentes maltratos que sufrió la mujer durante varios meses antes del feminicidio.

Es delgado y moreno. Su mirada parece endurecida por el dolor. Desde la ventada del apartamento de la Misión Vivienda ubicado en el sector El Fortín de San Pedro, en Guatire, Juan señala el sitio donde Castillo Araujo asesinó a su madre, así como el lugar a donde él y su hermano de 9 años de edad, tuvieron que correr para resguardarse de la balacera.

La mañana del 6 de enero de 2020, la mujer de 35 años de edad iba con sus dos hijos camino a la sede de PDVAL de Guatire, donde trabajaba como administradora. Inmediatamente después de salir del edificio, Juan notó que los seguía un hombre vestido con una chaqueta verde, gorra y lentes oscuros. “Le dije a mi mamá que nos estaba siguiendo. Cuando lo vi bien, me di cuenta que era ese hombre, Edy. Ella se asustó mucho, yo también me asusté mucho y él comenzó a lanzarnos tiros”, relató.

El crimen se cometió a pocos metros de la Misión Vivienda donde residía Jinez con sus dos hijos | Foto: Alan Márquez 

Los muchachos corrieron hacia un terreno enmontado y se lanzaron al suelo. Yuneimar quedo atrás y recibió los tres disparos. Murió ipso facto.

“Tenía miedo de que Edy fuera hasta ese monte de allá (señala con el dedo) y nos fuera a matar. Tratamos de no hacer ruido… Después se fue. Dejó la gorra y la chaqueta tirada cerca del monte donde nos lanzamos”, explicó Juan.

Un policía prófugo

Dos semanas después del crimen, Castillo Araujo permanece prófugo. Sus superiores habrían declarado ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) que desconocen su paradero.

“Tampoco nos han llamado de la Fiscalía. Creo que no han avanzado mucho en las investigaciones. En el Cicpc nos volvieron a pedir los papeles de la morgue”, señaló uno de los adultos que tuvieron que hacerse cargo de los dos huérfanos.

Tras la muerte de su madre, los húerfanos quedaron solos en aquel apartamento donde convivieron con el hombre que asesinaría a su madre. Su abuela y su tía los cuidan en las noches, mientras que los vecinos apoyan con comida. “Nos quedamos con ellos en las noches. Aún tienen semanas libres de las clases, a petición de la institución. Ahora son nuestros hijos”, dijo una de las representantes.

“Cuéntale al muchacho por qué no nos querías decir nada”, le dice la representante del niño, mientras hablaba con el equipo de Proiuris. “Porque no quería poner a mi mamá en otro problema. Yo escuchaba cómo él le pegaba en las noches. Me hacía el dormido para no preocuparla más. No la quería incomodar”, responde Juan.

Acoso incesante

La última golpiza que recibió Yuneimar le causó lesiones en el área cervical y tuvo que ir al médico. Edy nunca volvió a la casa donde residía la mujer y sus hijos, pero comenzó un acoso vía telefónica y por redes sociales.

Una semana después de terminar la relación, el 8 de diciembre, Yuneimar comenzó a recibir mensajes y llamadas de Castillo Araujo, con la intención de que volviera. Ella evitaba responderle, pero el hombre insistía con amenazas.

El equipo de Proiuris tuvo acceso a varios de los mensajes que le envió Castillo Araujo a la víctima. Uno de ellos indica: “Quiero saber porque eliminastes nuestras fotos en Facebook. Estas chateando con otra persona o te interesa otra persona? (sic)”.

Ella no respondió al primer mensaje, ni a los otros diez que siguieron. Sin embargo, el 16 de diciembre de 2019, le escribió a Castillo Araujo: “No quiero q me demuestres nadaaa yo fui bien clara contigo no me busque ni me escribas por favor… Ya no pienso responderte mas espero respetes mi decisión (sic)”.

Por el chat, Castillo Araujo persistía en su acoso. “…de lo contrario no importa sígueme tratando así de mal ignorando mi amor y mis ganas de tener esta familia en Cristo solo el sabrá hasta dónde debo aguantar” (sic), le escribe Castillo Araujo. “No edy es enserio mi decisión es definitiva por favor basta ya” (sic), respondió Yuneimar.

El último mensaje que recibió fue el 4 de enero de 2020, para desearle feliz año. Ella no respondió, pero Castillo insistía.

Callar en vez de denunciar

Al parecer, los familiares y amigos de Yuneimar desconocían que su pareja la maltrataba. Después de siete meses de relación de pareja, en noviembre de 2019 se separó del hombre y comenzó a revelar detalles de la violencia que él ejercía en su contra.

“Fue a principios de noviembre, cuando fue a mi casa, que comenzó a hablar conmigo. Me sorprendí demasiado. Le pregunté si le había pegado y me respondió que sí. Le dije que tenía que terminar con esa relación… Ella lo hizo, tres semanas después, cuando su hijo mayor también discutió con Edy porque vio cómo la maltrataba. Desde ese día no se vieron las caras”, dijo uno de los allegados de la víctima

La madre de Yuneimar le pidió a su hija que denunciara a Edy por los maltratos que había sufrido, así como el hostigamiento que comenzó una vez terminada la relación. “Su mamá se lo dijo más de una vez, pero ella le dijo: ‘él es policía, voy a quedar como una tierrúa y en la policía solo se van a burlar de mí, porque son problemas maritales’. Pero, el siguió y siguió con el acoso. Su madre le dijo que ella misma iba a denunciar, pero Yuneimar la detuvo y le dijo que no lo hiciera porque si no él iba a matar a su hijo”, explicó el allegado.

 

Yuneimar dejó un espacio físico y emocional para sus hijos y familiares cercanos, quienes esperan conseguir la añorada justicia en su caso | Foto: Alan Márquez 

Los allegados de Yuneimar cuentan que  Castillo Araujo la había amenazado con asesinar a su hijo mayor si lo denunciaba por maltrato. La advertencia la hizo una semana antes de terminarse la relación. La víctima se habría enterado que Castillo ya tenía una denuncia por violencia de género en 2017, cuando su anterior pareja lo acusó de maltratarla a ella y sus hijos.

—Una vez mi mamá estaba peleando con Edy y él le sacó la pistola y la apuntó en su cabeza. Estaba con mi hermano también— dijo Juan, mientras mantenía su mirada hacía un altar repleto de fotos de Yuneimar.

¿Qué paso después de eso?

—Todo se quedó en silencio…y él después se echó a reír.

Juan también había tenido impases con la pareja de su madre. “Él me dio un manotazo en la cabeza. Le respondí con un golpe y le dije que también sabía pelear. Edy fue a gritarle a mi madre por mi actitud”, explicó.

Los episodios violentos de Edy Castillo comenzaron, según relató el hijo  de Yuneimar, dos meses después de que él comenzara a trabajar en la Policía Municipal de Salias. “Cuando se metió a policía, comenzó a pegarle a mi mamá y terminó matándola. A veces nos gritaba. Siempre llegaba molesto”, sostuvo el adolescente.

El riesgo continúa

La vida de los hijos de Yuneimar cambió después del feminicidio. “No me gusta estar mucho en la calle. Hace unos días, vi que un carro gris comenzó a pasar por esta zona donde vivimos. Cuando iba caminando, el carro aceleró y quedó justo a mi lado. Me asusté mucho y corrí hasta el monte…”, dice Juan.

Yuneimar nunca denunció las agresiones que sufrió a mano de su expareja por las amenazas contra sus hijos | Foto: Alan Márquez 

Los familiares y vecinos también han visto ese automóvil sospechoso. “Sí, ahora también estamos pendientes de ese carro, ha pasado todos los días, pero nunca se baja nadie, todos estamos atentos”, sostuvo uno de los vecinos.

Desde el feminicidio de Yuneimar, sus hijos y quienes los cuidan pegan muebles de la puerta principal del apartamento donde viven en procura de mayor seguridad. “No me siento completamente seguro con ese hombre, con el asesino libre en la calle. Nos da miedo que un día llegue y nos haga daño”, dijo Juan.

*Nombre ficticio

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