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Con el hijo y la madre enfermos, Úrsula implora que llegue la ayuda humanitaria

Personas con diversas patologías, representantes de ONG, médicos y enfermeras se reunieron este miércoles 6 de febrero, en la plaza Bolívar de Chacao, para contar sus vivencias y solicitar a la Asamblea Nacional que se agilice la llegada de los insumos provenientes del exterior
Reporte Proiuris
Betania Franquis Prada

“Cuando mi hijo me golpea, le aplico contención física. Intento controlarlo, pero cada día es más difícil”, explica Úrsula Lugo con los ojos llorosos. Carlos, de 10 años de edad, tiene trastornos de conducta y del habla. Desde hace dos años el niño no recibe el tratamiento que necesita, por la escasez de medicamentos en Venezuela. Su madre tiene la esperanza de que la ayuda internacional que gestiona la Asamblea Nacional permita aliviar la angustia de esta familia, que se repite en miles de hogares del país afectados por la profundización de la emergencia humanitaria compleja y la indolencia del Estado.

A Úrsula, de unos 32 años de edad, apenas se le escucha la voz. Es madre, ama de casa y profesional. Además de encargarse de los cuidados de Carlos, se desempeña como docente especializada en psicopedagogía y también es peluquera.

Sin embargo, sus ingresos no le alcanzan  para comprar los fármacos que necesita su hijo. De las cuatro medicinas que Carlos requiere, solo puede adquirir Aripiprazol, un fármaco antipsicótico recetado para tratar la esquizofrenia y la irritabilidad. El resto del tratamiento no se consigue en Venezuela y no dispone de dólares para comprarlo en el exterior. “Cada caja –de Aripiprazol– está en 47.000 bolívares y este mes no sé con qué voy a comprarlo”.

La irritabilidad de Carlos se agrava con el paso del tiempo y le ha impedido asistir a la escuela desde noviembre de 2018. “Sin medicinas empeorará”, lamenta la mujer e implora a la Asamblea Nacional y a la Iglesia Católica que agilicen la llegada del primer lote de medicamentos a través del programa de acción humanitaria coordinado por la Asamblea Nacional.

Hace el llamado en nombre de su hijo, pero también en nombre de su madre, quien padece de un mieloma múltiple y está internada en el Hospital Clínico Universitario desde hace un año. “Mi madre sufre día y noche con el dolor y lo único que le consigo es Ketoprofeno. Mucha gente que acompañaba a mi mamá en las quimio ha muerto de depresión. Necesitamos la ayuda internacional”, dice.

El testimonio de Úrsula es apenas uno de los muchos que fueron compartidos públicamente  en la plaza Bolívar de Chacao, este miércoles 6 de febrero, durante el encuentro convocado por la Asamblea Nacional con representantes de la sociedad civil.

El clamor de Lugo es secundado por otras personas enfermas, así como mpedicos, enfermeras y representantes de organizaciones no gubernamentales de promoción y defensa de los derechos humanos.

También conmueve el relato de Reymer Villamizar, quien es trasplantado de riñón desde hace 18 años y fundador de la asociación civil Amigos Trasplantados. “Tengo cinco meses sin inmunosupresores y estoy aquí, defendiendo mi vida y la de los otros 3.000 trasplantados que están en riesgo de perder el órgano por la falta de medicamento”, señala.

https://www.youtube.com/watch?v=kOvr-ahlnYg

Para Villamizar la llegada de la ayuda humanitaria es fundamental a fin de evitar más muertes. Los registros de Amigos Trasplantados indican que en 2018 murieron 120 personas con tratamiento de diálisis, mientras que 22 fallecieron por complicaciones asociadas a la falta de atención médica oportuna y suficiente. Y la ONG calcula que 600 venezolanos abandonaron el país en busca de inmunosupresores.

Ante el desalentador panorama, el representante de la sociedad civil instó a las autoridades de la Asamblea Nacional a persistir en el ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela, a pesar de todos los obstáculos que pone el gobierno de Nicolás Maduro: “Estamos en un momento histórico y espero que estén a la altura. Van por buen camino”.

Grizmely Morillo se movilizó  desde el estado Aragua hasta Chacao para exponer la situación del Hospital Central de Maracay, donde preside la sociedad de médicos internos y residentes. Advierte que la desidia estatal ha llevado el hospital a la ruina: “De 18 máquinas para diálisis solo funcionan 6. Más de 150 personas reciben su terapia de sustitución renal en nuestra institución y no nos damos abasto”.

Morillo señala que 55 niños con colomnostomía están en lista de espera para ser intervenidos en la Unidad de Cirugía Pediátrica, pero los quirófanos están clausurados por falta de dotación y mantenimiento. “Es doloroso ver que como los niños en lista de espera han crecido. Ahora hay 300 de ellos que  pasaron conformar el registro de adultos”, comentó.

A la falta de insumos, equipos y medicamentos se suma el déficit de camas, el aumento de las muertes maternas y la reaparición de enfermedades prevenibles como la difteria, el sarampión y la malaria. “La ayuda humanitaria no es la solución definitiva pero va a disminuir el sufrimiento de nuestra población. Sepan que en los hospitales sobra el talento humano dispuesto a ayudarles”, insistió Morillo.

Melanie Itriago, auxiliar de enfermería, realiza una encomiable labor  en el Hospital pediátrico José Manuel de los Ríos: se encarga de suministrar alimentos y medicinas a los niños y madres con desnutrición. La joven especializada en primeros auxilios conforma uno de los numerosos voluntariados que hacen vida dentro del recinto. Sin embargo cuenta que el lunes 4 de febrero fue amenazada, mientras entregaba un donativo: “Los milicianos me detuvieron y la directiva me prohibió el acceso. Me dijeron que no puedo tomar fotos ni hablar de lo que está pasando dentro del hospital. Me hicieron firmar un papel que desconozco qué es”.

Itriago indica que cada semana mueren entre 5 y 6 niños a causa de la desnutrición dentro del J.M. de los Ríos y otros centros pediátricos. “Es doloroso ver a los niños con tumores esperando ser operados, o comiendo solo un plato de arroz al día. Sin miedo, estamos dispuestos a luchar para que entre la ayuda humanitaria. Nuestros niños están muriendo y quieren vivir”, proclamó.

 

 

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